Aldo despertó temprano ese día tras unas largas vacaciones en las que había ido a la casa de su tía a Piribebuy. Todas las tardes iban al arroyo, aquellos fueron momentos inolvidables. Sus primos le habían dicho que era un hábil constructor de castillos de arena. Ahora todo era diferente y él sabía que al regresar a la escuela estaría ya en primer grado.

Al vestirse con el uniforme, un extraño pensamiento le despertó ideas, entonces sintió una gran emoción y al mismo tiempo una gran preocupación.
— ¿Qué te pasa, Aldo? — le preguntó preocupada Ana, su hermana mayor.
Con las mejillas sonrojadas respondió despacito:
— Es que voy a extrañar mucho a la profe Mari del preescolar, ella nos leía cuentos y jugaba con nosotros.

— No te preocupes, Aldo. Ya verás que este año la nueva maestra los va a querer tanto como la profe Mari. Ella también va a jugar con ustedes y el desafío será aprender todas las letras para poder leer. ¡Imagínate cuántas aventuras habrá que vivir para llegar a eso!

Con estas palabras, Aldo sonrió y llegó a la escuela más motivado . La nueva profe lo aguardó en la entrada del aula con un enorme abrazo. Al mirar los carteles de la sala sintió que entraba a un lugar mágico y así como dijo Ana, este sería un año de nuevas aventuras .

La abeja es un insecto que tiene el cuerpo lleno de pelitos. Es de color amarillo–dorado, con franjas marrones que lleva como cintos.

La abeja tiene cuatro alas, seis patitas y en la cabeza lleva dos antenas. Se alimenta de polen y néctar de las flores, de los que fabrica la miel.

Las abejas contribuyen a la conservación de muchas clases de plantas porque al alimentarse del néctar de las flores llevan el polen que luego germinan en otros lugares.

Muchas de estas plantas usamos los seres humanos para producir algunos de nuestros alimentos.

Por último, hay abejas guardianas que son las que defienden la colmena . Ellas con sus antenas revisan a todas las abejas que entran a la colmena .

Había una vez una araña que se llamaba Alana. Vivía sola en lo más alto de un techo, en la casa del bosque. Alana era buena y muy respetuosa con todos los animales que eran vecinos de ella y por eso la apreciaban mucho. Pero algunos animales eran diferentes: no sabían lo que era el respeto a los demás. Alana siempre pedía disculpas por lo que estos animales hacían.

Estos animales, el sapo y la rana, siempre se burlaban de la apariencia de los otros:
- ¡Qué gorda está la vaca! ¡Qué flaco y feo es el perro!
Y así se pasaban riendo y molestando a todos, todos los días. La araña Alana ya estaba cansada de cómo actuaban el Sapo y la Rana, tuvo una gran idea para ver si no cambiaban de actitud.

Alana le respondió: - Cuando respetamos al otro, le tratamos con consideración, cuando no le hago daño por ser diferente a mí o por pensar diferente, cada uno de nosotros queremos que nos acepten y respeten por cómo somos. Ustedes también se sentirían mal si alguien no los respetara. Ambos, el sapo y la rana, quedaron muy pensativos y se alejaron del lugar, pasaron las horas y conversaron juntos: -Nosotros entonces estábamos faltando al respeto a los otros animales, burlándonos y riéndonos de ellos - dijo el sapo.

- Debemos pedir disculpas y comportarnos mejor, ahora que sabemos qué es el respeto , y tenemos que respetar a los demás - dijo la rana.
Estaba la araña Alana, una tarde, tranquila, tejiendo su telaraña, y los escuchó llegar muy apresurados al sapo y a la rana, y les dijo:
- ¿Qué les trae tan alborotados por aquí?

El Sapo y la Rana respondieron al mismo tiempo:
- Estamos muy felices porque aprendimos que tenemos que respetar y pedir disculpas a todos los animales de quienes nos burlamos.
Alana bajó rápidamente del techo donde tejía y los felicitó y les dijo:

- Me siento muy contenta con ustedes que se pudieron dar cuenta y corregir el error que cometieron, de ahora en más vamos a respetarnos todos en este bello bosque.

Moraleja: Tenemos que respetar a todos con sus diferencias.

El pez espada estaba muy contento. Por fin cumplía seis años, ya no le seguirán diciendo: “Bebé”. Sentía que era el momento de mirarse al espejo y ensayar varias poses para las fotos.

Así todos verán lo grande que estoy, y que cada vez me parezco más a mi hermano mayor, a quien tanto admiro, se dijo. Pero... lo que vio en el espejo no le gustó mucho. Su nariz era muy larga para su tamaño y no le permitía mirarse de cerca los ojos. Tenía miedo de que los otros peces se burlaran de él.

Fue donde estaba su hermano y vio con detenimiento que su nariz se le veía muy bien, requetebién. Entonces le preguntó, si cuando él tenía su edad no se asustó del tamaño de su nariz.

Y su hermano le dijo que sí, y que fue su papá quien explicó que a todos los peces espadas primero le crecen la nariz y luego el cuerpo y que no se preocupe que ya no le crecería más, solo le iba a crecer el cuerpo y que cada uno es muy especial con sus características.

El pez espada que estaba cumpliendo seis años regresó al espejo y dijo:
- Gracias nariz, disculpa por haber dudado, no todos los peces tienen una nariz tan particular y todos somos muy especiales.

El indio Inai vivía en un iglú , rodeado por mucho hielo. En su hogar siempre era invierno. Un día decidió hacer un viaje. Encontró en internet una isla hermosa para visitar, y con ayuda de una impresora pudo imprimir su pasaje.

Viajó por seis largas horas y apenas bajó del avión, se sorprendió porque todos en la isla estaban muy tristes. Una iguana le contó que el día anterior hubo un incendio en la iglesia.

A la iglesia no le pasó nada, pero se quemaron los instrumentos musicales y no podían hacer más música. El pequeño indio era especialista en hacer instrumentos con material reciclado y les enseñó cómo hacer un palo de lluvias con conos de papel.

Como agradecimiento las iguanas hicieron un concierto en su honor y el indio se hizo tan buen amigo de las iguanas que vuelve cada año a visitarlas.

En un bosque lejano, vivían en una casita tres osos: el papá, la mamá y su osezno . Un día, cocinaron una exquisita sopa. El papá sirvió su sopa en un plato grande, la de la mamá en un plato mediano y la del osito en un plato pequeño.

Como la sopa estaba muy caliente, los tres osos decidieron salir a pasear un rato por el bosque, ya que el día estaba espléndido. Mientras los osos paseaban, llegó a la casa una niña llamada Ricitos de Oro , que al ver la casita de los osos se acercó, miró por la ventana y vio que todo estaba ordenado y limpio. ¿Qué piensas que hará Ricitos de Oro ?

Entonces la niña entró a la casa. Todo lo miraba y lo probaba. Se acercó a la mesa y vio tres platos de olorosa sopa, uno grande, uno mediano y uno pequeño. Primero probó el plato más grande, pero la sopa estaba muy caliente. Luego probó el mediano, y la sopa estaba demasiado fría. Entonces, probó el plato de sopa más pequeño, y esta estaba como a ella le gustaba, y se la tomó toda.

Después del almuerzo quiso descansar y se sentó en la silla más grande, pero estaba demasiado dura. Luego, se sentó en una silla mediana, y le pareció demasiado blanda. Por último, se sentó en la sillita pequeña; ésta le pareció comodísima, pero… ¿Qué crees que pasó con la sillita? La sillita no aguantó el peso de Ricitos de Oro y se rompió.

Ricitos de Oro estaba tan cansada que se fue a mirar la habitación . Allí encontró tres camas, una grande, una mediana y otra pequeña. ¿Qué crees que hará Ricitos de Oro ? Decidió probar las camas. La cama grande era muy dura, la cama mediana era muy blanda. Al final probó la cama pequeña y era tan cómoda que se quedó dormida.

Mientras Ricitos de Oro dormía, llegaron los tres osos a la casa. Fueron a sentarse a la mesa y vieron que algo raro había sucedido. “¡Alguien ha probado mi sopa!”, dijo papá oso extrañado. “¡Alguien ha probado mi sopa también!” exclamó mamá osa.

“¡Alguien se ha tomado toda mi sopa!”, gritó el osezno . Sorprendidos miraron sus sillas: “¡Alguien se ha sentado en mi silla!”, dijo papá oso. “¡Alguien se ha sentado en mi silla también!”, replicó mamá osa. “Alguien se ha sentado en mi silla y la ha roto”, dijo llorando el osito.

Recorrieron el resto de la casa y al entrar en el dormitorio papá oso exclamó con un gruñido: “¡Alguien ha probado mi cama!” “¡Alguien ha probado mi cama también!”, replicó mamá osa. “Alguien se ha acostado en mi camita y aún sigue durmiendo”, dijo el osito llorando.

¿Qué creen que harán los osos con Ricitos de Oro ? Al sentir las voces de los osos muy enojados, Ricitos de Oro despertó y salió corriendo hacia su casa.

Una zorra hambrienta, después de caminar mucho tiempo buscando algo con qué saciar su gran apetito, pasó casualmente por un lugar donde había un enorme parral cargado de uvas.

Y claro está, las enormes uvas, radiantes y jugosas, inquietaron su estómago vacío. Al contemplar con ansias los espléndidos racimos colgados de la parra, quiso arrancarlos con su hocico.

Pero, por más esfuerzo que hacía con sus saltos, no podía alcanzar ni una. Entonces estiró y estiró sus uñas hasta hacerlas crecer mucho, pero tampoco lograba nada.

Luego de varios esfuerzos e intentos en vano, se alejó diciendo: - ¡No me agradan! ¡Qué verdes están!

Moraleja: Algunas personas menosprecian lo que no pueden tener.

Hace mucho, mucho tiempo vivía en un pueblo, un panadero que molía el grano de trigo en su molino , con ayuda de su mula Mila.

El panadero vivía junto a un gran río, en lo alto de una gran colina. Allí cultivaba su trigo, lo molía y cocinaba el más rico y oloroso pan, según decían los habitantes del pueblo. La mula Mila era la encargada de hacer girar el molino para moler el grano.

El panadero cuidaba mucho a su mula y nunca dejaba que trabajase más de lo necesario.

Una tarde, después de terminar de vender sus panes a los habitantes del pueblo, el panadero fue a dar un paseo con Mila. Ambos salieron a caminar por el bosque y dejaron solitario al molino .

Pronto el molino se dio cuenta de que estaba muy solo y tuvo mucho miedo, lloró y lloró sin parar hasta que sus lágrimas llegaron al río. El panadero y la mula Mila vieron de pronto que el agua del río cambió de color.

De regreso a la casa, descubrieron que el agua que venía de la colina, era la que cambió de color al río. Esto los dejó muy preocupados, por lo que Mila y el panadero aceleraron el paso para llegar rápidamente a la casa.

Allí encontraron al pobre molino dormido y con lágrimas en los ojos, fue entonces que Mila y el panadero entendieron que eran las lágrimas del pobre molino las que cambiaron de color el río.

Mila le dio unas palmaditas a su amigo el molino , quien despertó con los ojos saltones diciendo que había tenido una pesadilla de tanto miedo que tuvo por quedarse solo. La mula Mila y el panadero acariciaron suavemente al molino y le dijeron que de esa manera se borraría su pesadilla.

Y así, poco a poco, el molino olvidó su pesadilla y los tres amigos fueron muy felices.

Finalmente, llegaron las vacaciones de verano. Pati y sus amigos están muy contentos, ya que van a tener muuucho tiempo para jugar y sobre todo para realizar su ¡plan secreto!

Llevan tiempo pensando y planificando el proyecto de crear juntos una plaza en el barrio, para que los niños pequeños puedan jugar a la pelota, Pati y sus amigos hagan sus deportes preferidos y los mayores organicen los encuentros o actividades del barrio.

Hoy ha pasado algo extraordinario. Pauli, la prima mayor de Pati, encontró un montón de materiales de construcción frente a la casa de Don Pedro, el vecino. Ella le contó al vecino sobre el proyecto que quiere hacer con sus amigos, le preguntó si podía colaborar con los materiales que tenía frente a la casa. ¡Y don Pedro, gustoso le dijo que sí!

Pauli pidió ayuda a sus amigos para llevar los materiales hasta el lugar donde armarían la plaza . Rápidamente, se organizaron y se distribuyeron las tareas. -Nosotros con Pablo y Juan llevaremos los ladrillos. – dice Pauli. -Y nosotros con Manu, las maderas- responde Julia.

-Yo llevaré la bolsa de arena – afirma Pati. Entre todos llevaron los materiales que necesitaban y se decían unos a otros: “LA UNIÓN HACE LA FUERZA”. -Nosotros arrancaremos los yuyos y limpiaremos el terreno -dijeron Sofía, Pepe y Paloma.

Con el gomero Piero, armaron el arenero para los más pequeños y don Paolo, el carpintero, colaboró con la casita de juegos que tenía en su carpintería. ¡Y todo estaba quedando muy bonito! Cuando Pati llegó a su casa, muy emocionada, vio a sus padres hablando con don Pedro contándoles sobre el proyecto de Pati y sus amigos.

Los papás de Pati se sintieron muy orgullosos de su hija y de sus amigos por lo que decidieron apoyarles organizando una gran fiesta para la inauguración.

Invitaron a todos los vecinos para organizar la fiesta. Conformaron equipos de trabajo para traer ese día artesanías, comidas típicas y organiza un festival de danzas y cantos.

También los abuelos y las abuelitas de la comunidad harán una rueda de “caso ñemombe’u” (cuentos, historias, leyendas, fábulas).

Llegó el gran día y todo quedó fabuloso. Las familias de la comunidad disfrutaron de una linda y agradable tarde en la nueva plaza del barrio.